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Con un beso de su hija, venció las adversidades de la vida: historia de un padre valiente
Hace 20 años, el Teniente Javier Guardia quedó viudo. Su hija, Yaina Dayliz Guardia, tenía apenas dos años y un diagnóstico médico que advertía que no sería funcional. En medio del uniforme, las misiones y el duelo, tuvo que reconstruirse como hombre y como padre.
Hoy, Yaina tiene 22 años, cursa la universidad y su sonrisa sigue siendo la fuerza que impulsa a este valiente oficial de la Aeronaval.
Con 28 años de servicio y a punto de jubilarse, el Teniente Guardia mira hacia atrás y sabe que su mayor misión no fue en altamar, aire o terrestre, sino en su hogar. “Cuando perdí a mi esposa y me vi solo con mi hija, sentí que el mundo se venía abajo. Pero al verla a ella, supe que debía seguir. Ella se convirtió en mi razón, en mi norte”, recuerda con amor.
Yaina tiene discapacidad, pero ha sido desde siempre una guerrera. Caminó a los seis o siete años tras mucha terapia, y hoy estudia Administración de Empresas con énfasis en Recursos Humanos en la Universidad de Panamá. Contra todo pronóstico, está a punto de graduarse. “Aquel doctor me dijo que mi hija no iba a ser funcional. Pero ella me enseñó que los límites los ponemos nosotros, no ellos”.
Durante dos décadas, este padre lo ha dado todo: noches en vela, días de trabajo, terapias, lágrimas, sonrisas y, sobre todo, fe. “Un día llegué agotado a casa. Lo había dado todo y sentía que no podía más. Pero al abrir la puerta, vi su carita, me abrazó y me dio un beso. No necesitó decir nada. Su amor me devolvió la fuerza”, recuerda con lágrimas.
Actualmente, el Teniente Guardia trabaja en el Centro de Atención Integral para la Primera Infancia (CAIPI) del Aeronaval, donde imparte clases de robótica a niños y niñas. Allí es querido y respetado, no solo por su profesionalismo, sino por la sensibilidad con la que transmite valores y conocimientos. “Siempre soñé con ser docente. Mi mamá murió cuando yo estudiaba para ser profesor de Educación Física y dejé todo. Pero hoy, a mis casi 30 años de servicio, me encuentro donde siempre quise estar: enseñando con el corazón”.
Cuando se le pregunta qué es ser padre, responde sin dudar: “Amor incondicional”. Y si tuviera que elegir nuevamente su destino, dice sin titubear: “La volvería a escoger a ella, una y un millón de veces”.
A quienes hoy atraviesan momentos difíciles, este padre de acero con corazón de oro les deja un mensaje: “Tengan fe. Nuestros hijos sienten todo lo que hacemos por ellos, aunque no lo digan. Y el día de mañana, cuando menos lo esperemos, nos darán la mayor recompensa: su amor, su esfuerzo y su gratitud”.
El Teniente Guardia comenzó hace 20 años como tropa en el Servicio Nacional Aeronaval. Con disciplina, coraje y dedicación, fue ascendiendo hasta llegar al rango que hoy ostenta, demostrando que las verdaderas batallas no siempre se libran con armas, sino con el alma.
Este Día del Padre, el Teniente Guardia no necesita medallas. Tiene la más valiosa de todas: el orgullo de haber criado, con coraje y ternura, a una hija que lo llama su héroe.
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